Razones de porqué tomar cursos de liderazgo

¿Tomar o no tomar? Esa no es la cuestión. No se trata de sí tiene sentido o no tomar un curso de liderazgo, sino del para qué lo cursas, con qué actitud lo quieres vivir… ¡y en qué quieres evolucionar! En definitiva, qué es lo que quieres tomar y para qué lo vas a utilizar. Desde mi punto de vista, al contestar esta pregunta hay varias dimensiones involucradas. Destaco tres de ellas.

Tres formas de entender sus beneficios y del porqué tomar cursos de liderazgo

De una, la actitud de la persona:

  •  No eres un espectador pasivo a lo que un curso te aporte, eres un actor protagonista que está dentro de la obra. Esa actitud de rumiar, digerir e interiorizar es clave. A ti te corresponde.
  • Por otro lado, para aprovecharlo conviene que te entregues. ¿Qué significa eso? Que tu cabeza entienda, que tu corazón sienta y que te pongas una cita inexcusable con la acción. Que tu mente, tu corazón y tus manos estén involucradas. Es en ese equilibrio donde se da lo mejor.

De otra, el siempre bienvenido “ qué”:

  •  Y, con la actitud adecuada conviene visitar la pregunta: ¿para qué quiero ese curso? ¿En qué aspecto concreto quiero de verdad crecer? Un corazón honesto atrae aquello que busca.

Y por último el paso a la acción:

  • El viaje del liderazgo es un camino de dentro hacia afuera, por tanto, asegúrate que más allá de titulaciones (siempre bienvenidas) el curso tiene la profundidad que necesitas y que sí o sí, tiene una dimensión práctica. Es en la cita con la acción donde se da el verdadero aprendizaje. Me explico. Hay una primera etapa en la que conviene asimilar el conocimiento, interiorizarlo y hacerlo propio. Ahora bien, la consolidación se da con el paso a la práctica. Por eso el curso, desde su diseño, conviene que tenga una vocación pragmática, llamar a las cosas por su nombre y orientar bien el paso a la acción. La pregunta que te haría es: ¿estás dispuesto a esforzarte?

¿Hasta cuándo vas a posponerlo?

En esta línea me gusta compartir una historia que le oí a Mike George en Oxford hace muchos años y que rescaté en mi primer libro Érase una vez una persona que quería Vivir mejor… Imagínate que estás en una casa con una buhardilla, tal vez sea la tuya, quizá la de un/a amig@ o una imaginaria… Es de noche, estás tumbad@ en una cama, quizá escuchando música, viendo la televisión o leyendo un libro. Sin darte cuenta, te quedas medio dormid@. Estás tapad@ con una ligera sábana que no cubre tus pies, pero no te importa. Pasa el tiempo y conforme la noche avanza, el frío se incrementa.

Empiezas a estar un poco molest@, pero crees que lo puedes aguantar. Te revuelves y te encoges. Realmente tienes frío, pero el sueño te ha invadido y te dices a ti mism@: “¡ya pasará!”. Ahora hace mucha “rasca”, estás helad@. Cuatro plantas más abajo, quizá tres, en el sótano, tienes tu edredón favorito. Con él sabes que estarías calentit@. Aun así, te resistes a bajar. Estás cómod@ estando incómod@. Te compensa dormir un poquito más. Y llega un momento en el que el frío te impide conciliar el sueño. Es entonces cuando te dices a ti mism@: “baja al sótano, no lo demores más”. Y bajas las cuatro plantas, coges tu edredón y te vuelves a meter en la cama. Te arropas y te preguntas: «con lo a gusto que estoy, ¿por qué no he bajado antes?».

La cuestión es, ¿cuánto frío tienes que pasar para decidirte a bajar a por el edredón?, ¿cuánta incomodidad tienes que sentir para tomar un curso de liderazgo y aprovecharlo de verdad? En lidero, te lo ponemos fácil ;). Los cursos son estimulantes y se aboran temas basicos como saber que es un cursos de liderazgo hasta temas mucho mas avanzados para liderear grandes equipos directivos.

Con esto la pregunta creo que queda contestada: SÍ que conviene tomar cursos de liderazgo, siempre que tengas la actitud adecuada para aprovecharlos, que tengas el foco claro y que te vayas a esforzar en traducirlo a tu día a día.